jueves, 6 de abril de 2017

La princesa prometida


Eso es amarte, amanecida
rodeada de luz, embalsamada.
Esa es la vida en cada poro que respira
la bahía cuando nace la estrella de su nido
desvanecido, haletante, silencioso,
reposo del guerrero que no halla su guarida
y sigue buscando a la princesa prometida,
derramada en las aguas puras de la primera arroyada,
sin fin amada, amanecida, rodeada de luz, embalsamada.
Y de la torre oscura, qué tortuosos caminos nos llevaron
hasta el encuentro en las siete puertas, conducentes todas
al virgo celestial de la que siempre es pura, como pura es la luz
entrando por sus vitrales. Los altos ventanales del monasterio están
hoy quietos y silenciosos, como las singulares hormigas que horadan en subterráneo
con sus hordas de mandíbulas batientes, miniaturas, portando sobre ellas la simiente.
La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color...y mientras los colegiales recitaban a Rubén Darío,
yo mataba a la princesa con su boca de risa, y la recomponía atómicamente, desperdigándola en moléculas, para traerla de entre los muertos como James Stewart y Kim Novak en Vértigo. Eso es amarte, amanecida, rodeada de luz, embalsamada. Así. En un solo plano cinematográfico. Gran angular, veinticuatro fotogramas por segundo. Ojos de gacela eternamente abiertos al vacío...



Chica, Ojos Azules, Seductor, Flores























Imagen cortesía de Pixabay